jueves, 19 de agosto de 2010

Film Noir I





 
Después de 5 meses vuelvo a la carga, con un gran arsenal para dinamitar el blog con entradas de tintes negruzcos como la noche. Toca delinquir y hacerme con el control de la blogosfera cinéfila, o almenos eso se creería James Cagney si viviese en la era cibernética, y le hiciese una puesta a punto a sus redes sociales mientras se empolla el manual del buen hacker. Demos un paseo por los callejones. Empezaré con dos bestias pardas. The Enemy public de W.Wellman, y White Heat de Raoul Walsh (Al rojo vivo). Obviaré que a muchos les darán orgasmos otras, y éstas les patinen anchamente, pero como este es mi blog, yo tengo privilegio de selección, equiparable a quién conduce, elige música. 
The Enemy public, iniciando el film noir. Mucho le debe The Godfellas de M.Scorsese (Uno de los nuestros)que prácticamente planta los cimientos en una historia sino idéntica prácticamente calcadita. Siendo espectadores y partícipes de la evolución de un mocoso rebelde de la calle, Tom Powers, (James Cagney) que aspiraba a la codiciada plaza de poder y ambición, con la misma rapidez con la que se desploma hacia el inframundo, como todo cliché en cine gangsteril. Una cinta llena de expresionismo y atroces lecciones morales, donde el antihéroe por antonomasia empatiza con nosotros hasta tal punto que no es que perdonemos sus códigos inmorales es que disfrutamos con ellos, porque la mayor parte del tiempo solo queremos que Tom Powers se salga con la suya gracias a su astucia mientras deja atrás a los traidores, perdedores, soplones, matones de poca monta, y polícias que dan traspiés constantemente. Cierto es que si el auge tiene su caida es porque quién lo recibe es un hombre, y aunque este se dedique a saquear, traficar y matar a sangre fría como indica su “oficio” no deja de convivir con ciertas limitaciones emocionales, y la venganza es un precio alto por el que pagar cuando te encuentras de bruces con ella en una posición donde la ley la ejerces y la limitas tú mismo. Para la época The Enemy Public derrocha un lirismo apabullante, donde el descenso a la perdición es casi como una opera, una redención por todo lo que pudo gozar Tom Powers en la cima, y porque aunque tú, como espectador y acompañante, sabes que esto no es un cuento de hadas, nunca terminas de sorprenderte por la poderosa dirección de Wellman e interpretación de James Cagney ahogado en la desesperación y la locura de estar en un callejón sin salida.
White Heat una pieza redonda, tan precisa y perfecta como un reloj suizo. Si antes hablábamos de que Scorsese se empolló The enemy public, Hitchcock más que empollarse, se inspiró en la psicosis de Cody Jarret y su madre, en Psicosis. Volvemos con un Cagney apoteósico, cargado de poder y arrogancia, inteligente hasta la médula, porque cuando todos van, él va y vuelve sin que dé tiempo a pestañear tan siquiera, mucho más temerario y psicótico. La película arranca con el asalto a un tren, hasta aquí nada sorprendente, mucho menos original, tanto da, una excusa barata para presentar a Cody y su forma de trabajar, y para darle ese toque carismático e intocable al lider, bastará con presentar 3 o 4 necios, un listillo envidioso, la mujerzuela sin escrúpulos, y aquí viene el punto distintivo, la madre de Cody. De la que sufre una dependencia psicoafectiva, además de ser la que corta y reparte el bacalao al nivel de su hijo, añadiremos también a la cazuela una sabrosa salsa policial, que le dará a la trama mayor profundidad, suspense y complejidad, introduciendo así aquí el antítesi a Cody a la par que se funden en uno mismo durante la estancia en la carcel, y por fin ,encontraremos verdaderos detectives que merecen la placa desde principio a fin de la historia. La película nos recordará de nuevo lo más arrollador del género, la traición, la venganza y la perdición de un hombre, aunque éste último quedará difuso porque el protagonista no olvidará dejar en constancia que jamás será consciente de esa ruina, no desciende como hizo en la escalonada The Enemy public, él se abastece en la cima dándole la espalda a la perdición, y ese es el gran jaque mate de la película para mi.

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