sábado, 14 de junio de 2008

Nota sobre Boogie Nights





Me inicio con Anderson, y no podía ser de mejor modo. El argumento arranca con un chico que sólo quiere triunfar, sentirse admirado por un don que se le ha sido concedido. Un asombroso miembro viril con mucha fotogenia. A raiz de ese punto en adelante poco a poco el protagonista se irá sumergiendo en la industria del porno estadounidense, centrándose Anderson, a finales de los 70 en pleno apogeo de liberación sexual y drogas a tutiplén. Con la excusa del tema central, el porno, vamos conociendo toda una época y sociedad concreta, ideales, sueños, exacerbada diversión ...etc para dar paso a otra totalmente diferente, los 80.

En ésta segunda parte - siguiendo desde la industria del porno - el joven protagonista y su círculo social construido a través de la lucrativa industria lasciva son poco a poco despertados, y llamados a la modernidad que se les avecinan, con una masificación pornográfica extrapolada al video, eliminando poco a poco la sala de cine de turno, donde la gente se relacionaba sexual y socialmente. Además de ello, una carencia artística en el propio campo como consecuencia de la entrada al porno amateur y los reality's. Se explota, se industrializa y pierde ese toque de "inocencia" que aún respiraban muchas de las películas pornográficas de los 70. Más artesanales, más educadas, agradecidas y amables. Fue hallar el filón de oro y aberrarlo.

En esta tesitura es donde se encuentran los personajes que conforman esta telaraña marginada por la hipócrita sociedad.

Anderson "corre un tupido velo" con el emblema de 70's, dando paso a un declive anunciado, donde cada sujeto tendrá que hacer frente a su posicionamiento en el porno, y si en él está, un cambio de mentalidad deberá dar. Una de las cualidades que más me gustaron de la película, es la sutileza y buen proceder del director para desdramatizar la tragedia de cada uno de ellos, dentro de un contexto que aparentemente sabes que serà muy fructífero económicamente, pero también como espectador, sabes que al final no puede dar demasiadas alegrías, es como estar viendo un Scarface o Uno de los nuestros, donde el camino fácil -él mismo- parece anunciar su nefasto final.

Pero eso carece de importancia, con lo que disfruto de verdad es con la forma de desarrollarlo y plantearlo, cómo algo aparentemente épico es desmitificado y derrocado. La sencillez en abordar un tema banalizado y marginado hasta la extenuación es otra pincelada para incidir más en la espectacularidad que posee.

Es curioso como hay mayor uso de travelling en la música de los 70, que en los 80, una especie de detalle técnico como halago a la nostálgica época de descubrimiento y liberación. Me encanta como queda enfocada esa transición, entre una etapa y otra desde el porno como punto de partida. Los 80, como la muerte a la vida bohemia artística, a la exploración e invención, es una década absorvida por la mecanización y masificación de algo que relucía, y daba pie a una grieta entre la vida poética y la decadencia de la materialización.

Francamente, me ha sorprendido, de algo sórdido lo transforma con sencillez (que no simpleza) en un estudio sociólogico a través del objetivo de la cámara, resaltando las alegrías y la décrepita cara oculta en los 80 de igual intensidad.

Brillante.

2 comentarios:

Tomás dijo...

Cinexiliada también?

Interesantes notas.

Tomàs

Lourdes dijo...

Hola, Tomás

Gracias. Y no que va, soy una vulgar espía del foro. Por cierto, tienes gustos cinéfilos muy variopintos e interesantes :)

Pd: Laurens Walking...fantástica pieza, me hice con ella justo después de ver Historia Verdadera.