lunes, 22 de marzo de 2010

Nota sobre Shutter Island





M
ás que interesante película del prolífico director estadounidense, Martin Scorsese. Muy alejada de grandes epopeyas líricas como pueden ser las gangsterizadas Uno de los nuestros y Casino, o la controvertida Última tentación de Cristo, pero sin restarle la calidad y el buen oficio a Shutter Island.

Una cinta que tanto evoca al gran clásico del suspense, Alfred Hitchcock como al postmodernista David Lynch. No podría adentrarme meticulosamente en la trama porque revelaría la gracia que adquiere la obra, pero si más no, puedo darle algunas pinceladas a modo de reflexión. He comprobado que existe cierta tendencia a vilipendiar la película, porque en su apariencia, da la impresión de no estar a la altura de la transgresión a la que están tan bien acostumbrados los que se hallan familiarizados con la trayectoria del realizador. Estos últimos, defendiendo sus posturas a través del ataque a una supuesta irracional reverencia, a directores de este calibre -con un peso e influencia más que destacables en el cine- les diré que después de ver y analizar la prueba del delito. Fallo contra el demandante. Es un ejercicio muy impecable sobre la locura y la conciencia humana, en un contexto azotado por la crudeza y violencia del momento, que afecta y penetra en cualquier subconsciente, devorándolo y destrozándolo paulatinamente, viendo la verdadera luz a través de fugas psicogénicas. La película lleva al espectador a la vorágine de la locura. Si, realmente hemos visto mucha locura en el cine, Scorsese no se está llevando la exclusiva, citar películas como: El Resplandor, Spider, Carretera Perdida...etc, pero lo que verdaderamente hace relucir esta cinta y destacarla del resto de este pequeño género es precisamente el concepto de psiquiátrico, su consiguiente evolución e importancia como institución mental en la sociedad, una sociedad de por si enferma y convulsa de guerras, si tenemos en cuenta también la época en la que transcurre la trama, principios de los 50.

Antes citaba a Hithcock y Lynch como fuertes influencias. Bien. Por un lado el suspense está a la orden del día a través de elipsis subjetivas (es decir, todo lo que ignora el personaje, es ignorado también por el espectador) como ya hiciese Sir Alfred con Vértigo, y por otro, el transcurso onírico y pesadillesco que contempla toda la trama a partir del lugar donde se concentran todas las dudas, confusiones, alucinaciones e histerias… en aras a la búsqueda de una verdad que no se puede encajar. Scorsese pone a prueba al espectador, incluso al más exigente, que espera solucionar -al igual que el protagonista- todo el entramado a base de paciencia y templanza, como quién intenta dar con la fórmula mágica para el cubo de Rubik, pero ambas virtudes tienen un límite marcado y establecido en el que ya es tarea difícil mantenerlas cuando estás cada vez más cerca de una respuesta.

Shutter Island es en definitiva un elogio a la locura, y para apreciarlo, antes debes enfrentarte a la realidad tangible de la situación. A partir de ese punto, la obra de Scorsese se centra en una mezcla de ensayo y reivindicación sobre el tratamiento de la locura respecto a la moral social de la época, de forma elegante y sobria, calificativos que van de la mano con semejante autor.

1 comentario:

José Ramón González Lede dijo...

Buen análisis.

De no haber visto "El Maquinista" (Brad Anderson, 2004) estaría de acuerdo contigo al 100%.

Pero es que la película protagonizada por Christian Bale tiene todo lo que dices de "Shutter Island", más la impecable actuación de su protagonista, y menos los errores de montaje escandalosos de la peli de Scorsese.

A ambas se las valora casi con la misma nota en multitud de sitios especializados, pero en "Shutter Island" es el nombre del director lo que sube la nota, mientras que en "El maquinista" es la película en sí la que lo vale.

Un saludo, y enhorabuena por tu blog.